Para muchas personas septiembre es el comienzo del año. Vuelves a la rutina, a retomar hábitos y comienzas a plantearte propósitos que te gustaría cumplir. Tal vez te plantees sacarte el carnet, apuntarte a clases de inglés, empezar a leer más o, debido a la cultura de dieta y culto al cuerpo que nos rodea, puede que también tengas pensamientos relacionados con “debería ponerme a dieta”.
Pero… ¿por qué no es buena idea hacer una dieta restrictiva
Las dietas restrictivas pueden tener un impacto negativo en nuestra salud física, social y emocional, pudiendo llegar a haber carencias nutricionales, desequilibrio en las señales de hambre y saciedad, aparición de conductas compensatorias, pensamientos obsesivos y rígidos en cuanto a la alimentación, prohibiciones que desencadenen en atracones y/o ansiedad con la comida, sentimientos de culpabilidad, entre otros. Tanto es su efecto negativo que comenzar una dieta restrictiva es un factor de riesgo precipitante de los trastornos de conducta alimentaria. Además, los estudios muestran que estas dietas no son sostenibles en el tiempo y acaban fracasando, ya que, el 95% de las personas que las realizan recuperan el peso perdido o incluso más.
¿Qué puedes hacer en vez de comenzar una dieta restrictiva?
- Plantearte para qué quieres realizar una dieta. Buscar las razones tras el “querer perder peso”. ¿Qué hay detrás? ¿Qué quiero realmente conseguir? Haciendo estas preguntas puedes plantear si realmente detrás de este objetivo lo que realmente hay es una búsqueda de aceptación, problemas de inseguridad, autoestima, …
- Considerar cómo es tu relación con la comida. Es importante valorar si tienes una buena o mala relación con la comida para poder evaluar qué necesitas. Por ejemplo, con una mala relación con la alimentación puede ocurrir que no puedas parar de pensar en comida y que esos pensamientos ocupen demasiado tiempo en tu día, que la alimentación esté intercediendo de forma negativa en tu vida social, que sientas culpa cuando comes ciertos alimentos, …
- Buscar un enfoque distinto. En lugar de realizar una dieta restrictiva la clave sería poder comenzar un proceso de cambio de hábitos alimentarios. La diferencia es que en el cambio de hábitos se busca hacer cambios graduales hacia una alimentación más saludable, y más saludable no implica que sea restrictiva ni que haya prohibiciones, sino que sea una alimentación flexible en la que no pases hambre y escuches y respetes las señales de tu cuerpo.
- Valorar el apoyo del servicio de psicología. En muchos casos es necesario el apoyo psicológico para poder trabajar en todos los factores que están en la raíz del problema de alimentación. Según las necesidades que tengas, podría ser aconsejable trabajar de la mano con una nutricionista, con una psicóloga o con ambas por medio de lo que llamamos psiconutrición, aunando las dos disciplinas.
Autora: Ylenia Fernández Savall (Psicóloga)