Octubre es mundialmente conocido por ser el mes de concienciación del Cáncer de mama. Por ese motivo nuestra entrada va dedicada a esta enfermedad y cómo la alimentación puede ayudar a prevenirlo y mejorar los síntomas que se padecen. El cáncer es una de las principales causas de mortalidad en el mundo, pero cada vez sabemos más sobre cómo prevenirlo. Aunque no siempre se puede evitar, la evidencia nos dice que nuestros hábitos (entre ellos, la alimentación) influyen en el riesgo de desarrollar esta enfermedad.
Lo que ponemos en el plato puede ser un aliado para prevenir problemas de salud futuros, y en este artículo te enseñamos ese papel esencial que juega la nutrición.
¿Es verdad que se puede prevenir el cáncer con una buena dieta?
Sí, es un hecho científicamente comprobado que una dieta adecuada y un estilo de vida saludable pueden reducir significativamente el riesgo de desarrollar cáncer. Se estima que más del 30% de los casos podrían prevenirse con cambios en los hábitos de vida, especialmente en la alimentación.
El Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF) y el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer (AICR) establecen una serie de recomendaciones clave que sirven como guía para la prevención.
Estos pilares son:
● No fumar.
● Hacer ejercicio de manera constante.
● Limitar el consumo de alcohol.
● Limitar el consumo de bebidas azucaradas y gaseosas, ya que pueden favorecer procesos inflamatorios.
● Limitar el consumo de carne roja y carnes procesadas, que pueden pueden aumentar el riesgo de cáncer de colon consumidos en exceso.
● Limitar el consumo de alimentos ultraprocesados y comida rápida: ricos en azúcares, aditivos y grasas poco saludables.
● Aumentar el consumo de:
⮚ Frutas y verduras (5 porciones al día): cuanta más variedad mejor será el aporte de diferentes antioxidantes.
⮚ Fibra: los granos integrales, legumbres y vegetales nutren la microbiota intestinal, favoreciendo la producción de ácidos grasos de cadena corta (como el butirato), que tienen efecto antiinflamatorio y protector. ⮚ Grasas saludables: aceite extra virgen de oliva, frutos secos, aguacate que protegen el corazón y que tienen también propiedades
antiinflamatorias.
¿Por qué tiene tanta importancia comer frutas y verduras?
Las frutas y verduras son auténticos protectores naturales gracias a su combinación de fibra, vitaminas y antioxidantes. Entre los beneficios que nos aportan encontramos que combaten la inflamación y el daño celular. Sus propiedades antioxidantes neutralizan las sustancias que pueden provocar mutaciones y el desarrollo de tumores, y fortalecen el sistema inmunitario. Se ha visto que reducen el riesgo de múltiples cánceres: la investigación ha vinculado su consumo a un menor riesgo de cáncer de boca, faringe, pulmón, colon, mama y vejiga, entre otros.
¿Y si ya tengo cáncer?
Sigue siendo altamente recomendable seguir estas pautas de nutrición incluso si ya tienes cáncer. La nutrición juega un papel muy importante en el tratamiento y la recuperación del cáncer por varias razones:
● Ayuda a manejar los efectos secundarios: el tratamiento contra el cáncer (como la quimioterapia o la radioterapia) puede causar efectos secundarios como náuseas, pérdida de apetito o cambios en el gusto. Una dieta adecuada puede ayudar a mitigar estos síntomas.
● Fortalece el sistema inmunológico: un cuerpo bien nutrido está mejor preparado para combatir infecciones y para que el tratamiento sea más efectivo.
● Mantiene el peso y la masa muscular: El cáncer puede provocar una pérdida de peso involuntaria y de masa muscular, un fenómeno conocido como caquexia. Una dieta con suficientes proteínas y calorías ayuda a prevenir esto.
● Mejora la calidad de vida: comer bien puede darte más energía, mejorar tu estado de ánimo y hacerte sentir mejor en general.
Más allá de la alimentación
El cáncer es una enfermedad compleja y con múltiples causas: influyen la genética, factores ambientales, el estilo de vida y también el azar. Por tanto, no podemos hablar de una prevención al 100%, pero lo que sabemos con claridad es que una alimentación equilibrada y unos hábitos saludables pueden reducir de manera significativa el riesgo y, además, mejorar la calidad de vida en general. Por eso, cuidar lo que ponemos en nuestro plato, mantenernos activos, evitar el tabaco y moderar el alcohol son herramientas poderosas que tenemos a nuestro alcance para apoyar a nuestro organismo. No se trata de perfección, sino de dar pasos pequeños y sostenidos en el tiempo. Cada elección saludable es un acto de cuidado hacia ti mismo y puede marcar una diferencia positiva en tu bienestar presente y futuro.