“Es llegar a casa, después de un día duro de trabajo y solo quiero comer todo lo que pille”
Esta es una frase que escucho mucho en consulta y detrás de estas palabras hay mucho malestar. Por un lado y lo que más llama la atención es que después de un día emocionalmente intenso, lo primero que se piensa es en comer. Y la razón de esto es que es algo rápido, reconfortante (aunque solo por unos minutos) y accesible.
Lo que suele pasar a continuación, es que la persona llega a casa y come algo, normalmente no saludable, o algo saludable en grandes cantidades (como pan, chocolate puro, etc.) y por un momento, parece que todos los problemas han desaparecido, gracias al chute de dopamina que nos mete nuestro cerebro, gracias al sistema de recompensa. Pero cuando pasa un rato, el malestar en muchas ocasiones se multiplica. Por un lado, lo que ha pasado en el trabajo sigue ahí y a eso le añadimos la culpa o malestar físico y mental, que aparece después de la ingesta. Por lo que sería importante saber qué es lo que está pasando que genera tanta tensión emocional hasta el punto de que solo la comida alivia esa sensación tan desagradable. Una vez sepamos qué ha generado la emoción desagradable, es importante dotar de herramientas en gestión emocional y ahí es el momento en el que hay que buscar ayuda psicológica, puesto que aquí no hay una receta universal ya que a cada persona le vendrá bien una u otra estrategia, es algo muy personal que precisa de un trabajo interno.
Otra de las estrategias que suele funcionar, a pesar de ser muy complicado de llevar a cabo, sobre todo para las personas que no viven solas, es evitar tener en casa esos alimentos que parece que te pide el cuerpo para según qué emociones. A esto se le llama control de estímulos con prevención de respuesta. Es decir, como ya sabemos que cuando sentimos ciertas emociones siempre vamos a hacer lo mismo, pues lo mejor es hacer una prevención de la respuesta de comer, no teniendo comida poco saludable en casa. Vamos, que ya nos sabemos la película y podemos poner remedio.
Y por último, ¡aprovisiónate! Para esto, lo mejor es acudir a profesionales de la nutrición, ya que son quienes pueden darte opciones saludables para esos momentos en los que el cuerpo te pide picar algo diferente. Este es el momento en que cambias el final de la película y probablemente, te sientas bastante mejor.
Lo que sí está claro es que el “comer emocional” es una solución a corto plazo pero no es una buena solución a largo plazo, ya que no se está interviniendo sobre la raíz y el verdadero motivo por el que la persona se encuentra en esa situación.
Si en alguna ocasión te has sorprendido diciendo frases como esta o crees que hay ciertas situaciones o emociones que te sobrepasan, te invito a que busques a un profesional de la psicología que te pueda dar herramientas para conseguir el bienestar que te mereces.
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